Ítalo Calvino (1985) Seis propuestas para el próximo milenio
Entre las muchas virtudes de Chuang-Tzu estaba la habilidad en el dibujo. El rey le pidió que dibujase un cangrejo. Chuang-Tzu dijo que necesitaba cinco años de trabajo, y un palacio con doce sirvientes.
A los cinco años aún no había empezado el dibujo.
"Necesito otros cinco años", dijo Chuang-Tzu. El rey se los concedió.
Transcurridos diez años, Chuang-Tzu cogió el pincel y en un momento, de un solo gesto, pintó un cangrejo. El cangrejo más perfecto que jamás se ha visto.
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